En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: “Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte”. Él contestó: “Vayan a decirle a ese zorro: ‘Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; y el tercer día soy consumado’. Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no has querido. Pues bien, su casa se les quedará vacía. Les digo que no me volverán a ver hasta el día que exclamen: ‘Bendito el que viene en nombre del Señor’”.
Palabra del Señor.

